Resistirrey

Bianchi está golpeado y es conciente de que su situación es frágil. Pero insiste en revertir la crisis y se planta: no se banca que los dirigentes le bajen el pulgar por los medios.

Son como el yin y el yang. Como Doctor Jekyll y Mister Hyde. Hay dos tipos de Bianchi en Boca. Uno que trata de mostrarse tranquilo, como si la crítica le resbalara. Sin embargo, esa misma persona de a ratos es el Bianchi golpeado y molesto, que sabe que la dirigencia le empezó a soltar el brazo y que no entiende la poca respuesta que dan sus dirigidos. Es el Bianchi que no se banca que la CD le mande mensajes por los medios y que no se lo digan cara y que cree que estos tres partidos que vienen son importantes para todos, y para todo.

El Virrey ayer amaneció con la tapa de Olé y una información clara: si lo deportivo no mejora, y el técnico no renuncia, los dirigentes prescindirán de sus servicios sin esperar hasta la cláusula de salida en junio. Así quedó planteado el lunes por la noche, en una reunión de la mesa chica de la CD en la que por primera vez se puso en duda su continuidad. Eso no ocurrirá en lo inmediato, no después de Rafaela, aunque tampoco dejarán pasar muchos partidos si la mano sigue igual de cambiada: como que el DT no logre un mayor compromiso por parte de los jugadores y que se siga encaprichando con la titularidad de otros.

En el entrenamiento de ayer el DT se apoyó mucho en sus colaboradores. Marcelo Hererra fue quien armó los equipos en el reducido, aunque luego fue Bianchi el que fue cambiando a algunos futbolistas. Y le tocó a José María Castro charlar un rato con Riaño, Marín e Insúa, este último titular mañana por el castigado Zárate. ¿Acaso los otros dos también se meterán en la formación inicial? Bianchi se guardó la mejor parte: hablar unos minutos con Gago luego de la distintas miradas que cada uno reflejó post Belgrano, cuando el técnico declaró que “no tuvimos la actitud que deberíamos tener” y el volante declaró lo contrario: “Acá todos queremos ganar”. Aunque no fue el cruce verbal el tópico, sino cuestiones futbolísticas, en el plantel molestó que en la conferencia de prensa post Belgrano, el entrenador los dejara como único responsables de la derrota.

¿A qué se aferra Bianchi entonces? Aun sabiendo de lo difícil que era repetir la gloria de los ciclos anteriores, tampoco quiere irse sin resultados. Resultados -42% de los puntos, con rachas larguísimas sin ganar (lleva 101 días) y más empates y derrotas (18) que triunfos (16)- que a cualquier otro entrenador ya lo hubieran eyectado del banco. Con Bianchi eso no pasa, porque para los hinchas es intocable en las tribunas y ovacionado en cada partido. Será un termómetro la reacción popular el domingo, ante Estudiantes, en el primer partido del año en la Bombonera, para saber de qué lado está la gente (si del DT, si de los jugadores o de la CD). Aunque el mayor respaldo que necesita Bianchi se consigue en la cancha: si el plantel revierte la actitud y la concentración para jugar y le demuestra que la marca de los errores no son en vano. Será una señal de que el mensaje llega. Pero hay tres partidos de margen. Nada más. Con Boca metido en la pelea o fuera de todo en la quinta fecha. Cualquier escenario es posible...